Los recientes incendios que azotan Los Ángeles han puesto de manifiesto una realidad preocupante: la predominancia de la madera en la construcción californiana está exacerbando los efectos devastadores de las llamas.
El fuego ha calcinado barrios enteros en Los Ángeles dejando un panorama apocalíptico en el que, de entre las cenizas humeantes, se alzan chimeneas de ladrillo ennegrecidas y columnas de hormigón y acero como único rastro de lo que antes fueron barrios residenciales.
La madera, materials de construcción por excelencia en California desde tiempos coloniales, se enfrenta ahora a un intenso debate. Su uso generalizado, motivado por la abundancia del materials, su precio asequible y la rapidez con que permite construir, es también un issue crítico en la propagación de los incendios.
“La alta combustibilidad de las estructuras de madera ha facilitado una expansión sin precedentes del fuego”, reconoce el Departamento de Bomberos de Los Ángeles.
La facilidad con que el fuego ha destruido barrios enteros de una ciudad tan moderna y altamente poblada de Estados Unidos sorprende a ojos europeos acostumbrados a métodos de construcción muy diferentes. Sin ir más lejos, el hormigón y el ladrillo dominan el sector de la construcción en España.
Esta preferencia se debe en parte a factores climáticos, ya que estos materiales son más refractarios al calor, proporcionando un mejor aislamiento térmico en el clima mediterráneo. Pero sobretodo, a la ausencia de riesgos sísmicos, que permite construcciones más sólidas y permanentes.
Expertos en construcción señalan que, si bien la madera ofrece ventajas como flexibilidad ante sismos y facilidad de construcción, su uso en zonas propensas a incendios plantea serios riesgos. Urbanistas de la Universidad de California señalan la encrucijada de reconsiderar las prácticas habituales de construcción en el contexto del cambio climático y el aumento de incendios forestales.
Por el momento, se estima que los incendios de los últimos dias en Los Ángeles han causado la destrucción de más de 10.000 estructuras (incluidas viviendas y negocios) y unas 57.800 aún están en peligro. Se trata de cifras premilinares, ya que el fuego sigue activo en distintos incendios de la zona.
Las autoridades locales están considerando nuevas regulaciones para la construcción en áreas de alto riesgo, pero por el momento, todos los esfuerzos están puestos en apagar el fuego y evitar más víctimas mortales. Las cifras oficiales señalan que las llamas ya se han cobrado la vida de as soon as personas, mientras que los desplazados alcanzan los 150.000.
La situación precise plantea un desafío significativo para todos: equilibrar la voracidad constructiva a la necesidad de adaptarse a un clima cambiante y cada vez más propenso a las catástrofes naturales.
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