Es tiempo de caganers, esa figurita del pesebre tan cara, en su sentido de precio y en el de aprecio, para este país. Los catalanes somos muy aficionados a la escatología, como se ve mayormente en la manera de acercarnos al portal de Belén, pero no solo en eso, fíjense si no en Míriam Nogueras, que acaba de espetar a los socialistas que han de “mover el culo”. Una no espera encontrar un “Beweg deinen Arsch” en las memorias de, digamos, Angela Merkel, es tanto lo que el mundo tiene que aprender de nosotros.
También es tiempo de tions, plural del tió, ese simpático personaje que para premiarnos tiene que cagar, en este caso dulces y algún pequeño juguete. Eso ya cube mucho de nuestro carácter, primero porque los premios lleguen de esta manera tan, digamos, colorrectal, y segundo porque para que cague hay que emprenderla a bastonazos con el pobre madero.
No lo va a negar esta escribidora, a la que tienen que quitarle la vara igual que a los niños pequeños, que hasta hacen cola, lanzados a la cosa; no vamos a negar, decimos, que resulta un remedio muy efectivo contra el estrés, lo de soltar estacazos. Lo de pedagógico, si eso. ¿Y si un día el tió se rebela y la emprende a porrazos con sus maltratadores?
Junts, esencia de país, y por tanto escatológica como la que más, ha interiorizado bien los bastonazos (metafóricos). “O los socialistas mueven el culo, hacen su trabajo y nos pagan lo que nos deben a los catalanes”, o… la frase no se acaba, pero ya sabemos cuál es la respuesta; de momento, votar con el PP, que ya debe de estar tomando clases de zumba para cuando (o si alguna vez) les toque mover el culo a ellos. Eso sí, en la intimidad, como el catalán de Aznar.
El PP ya debe de estar tomando clases de zumba para cuando (o si alguna vez) les toque mover el culo a ellos, eso sí, en la intimidad, como el catalán de Aznar
Una frase como “mover el culo” en el Congreso no es lo que uno suele utilizar en política. Tampoco estaba el mundo (a)político preparado para cuando Puigdemont hizo llegar, a través de su entorno, que para eso lo tiene, que los socialistas iban a “mear sangre” para conseguir la investidura de Pedro Sánchez; el PSOE y sus troncos como tions, es que hay que quererlos.
Las redes en cambio no parecen quererlos tanto, ni a los troncos socialistas, ni a Sánchez, ni a Puigdemont ni a Nogueras ni, ya puestos, a esta escribidora, que cuenta sus seguidores en Bluesky con los dedos de la mano. Le voy a coger manía.
Para empezar, corre por X un meme de Puigdemont convertido en el Grinch, ya saben, ese ente verde creado por Dr. Seuss que odia la Navidad y que muestra nuestro seguidismo modelno, como si no tuviéramos aquí bastantes personajes aguafiestas sin tener que recurrir a los ajenos. Ah, nos olvidábamos con tanta digresión: el Grinch/Puigdemont les amarga las fiestas a ya saben quién, sí, a esos que iban a mear sangre. Al menos esta versión de lo mismo es más fina.
No sabemos si fue buena thought que el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, respondiera que “este Gobierno no ha dejado de mover el culo”, dados los comentarios que provocó en X. Y nosotros no hemos dejado de asombrarnos por el nivel. No, tampoco esperamos encontrar una respuesta así en las memorias de Angela Merkel, en las de otros sí, pero nos callamos de quiénes, que con un Grinch ya hay bastante.
Respuesta a todo este movimiento tuitero: “¡Lo private es político!” (@JorgeSMiguel). ¿A qué se referirá?
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