Este texto pertenece a ‘Penínsulas’, el boletín que Enric Juliana envía a los lectores de ‘La Vanguardia’ cada martes. Si quieres recibirlo, apúntate aquí.
Dolors Montserrat salió de la sala de audiciones del Parlamento Europeo exclamando: “¡La hemos tumbado!”, “¡la hemos tumbado!”. Algunos periodistas tomaron nota. La tenaz eurodiputada del Partido In style se refería a Teresa Ribera, candidata a ocupar la principal vicepresidencia de la futura Comisión Europea. La semana que viene sabremos si la euforia de la más vehemente guerrillera del PP español en el Parlamento Europeo estaba debidamente conectada con la realidad.
Todo dependerá de la firmeza que muestre en los próximos días la presidenta Ursula von der Leyen en defensa de su futuro gobierno. La nueva Comisión, sometida al voto del Parlamento Europeo, lleva su sello. Von der Leyen se juega su autoridad política en este episodio. Y la autoridad política de la presidencia de la Comisión Europea no es poca cosa en las actuales coordenadas del mundo. El próximo mes de enero, Donald Trump tomará posesión como nuevo presidente de los Estados Unidos, y en febrero se celebrarán elecciones federales anticipadas en Alemania. La semana pasada Von der Leyen salió en defensa de Ribera tras las primeras acometidas del PP español, en busca de un chivo expiatorio socialista que compense el descrédito de Carlos Mazón en la Comunidad Valenciana por la mala gestión de la riada del 29 de octubre. La onda que llega en estos momentos de Bruselas es que va a haber un acuerdo, con o sin el PP español. Lean la crónica que Anna Buj, corresponsal en la capital europea, publica hoy en La Vanguardia.
Todo dependerá de Manfred Weber, presidente del Partido In style Europeo. Nunca hay que perder de vista a Weber, personaje al que el boletín Penínsulas ha prestado bastante atención. Penínsulas se estrenó el 18 de abril del 2023, poco después de las últimas elecciones legislativas en Suecia y Finlandia, advirtiendo de un viento que venía del norte: un ciclo conservador acaso imparable. Desde entonces hemos seguido la pista de ese político bávaro que aspiraba a presidir la Comisión Europea en 2019 y que juró venganza al no conseguirlo, por tres motivos: el veto del presidente francés Emmanuel Macron (grupo liberal), el veto del presidente español Pedro Sánchez (grupo socialista), más el manifiesto desinterés de la canciller alemana Angela Merkel, en aquel momento la principal figura del Partido In style Europeo, que lo dejó caer, sustituyéndolo por Ursula von der Leyen, antigua ministra de Defensa de la República Federal de Alemania. Elegido presidente del PPE a modo de compensación, Weber tiene motivos para vengarse de Sánchez en la persona de Teresa Ribera. El veto es un plato que se sirve frío. Pero también tiene motivos para que la sangre no llegue al río, como veremos a continuación.
Silencio, se está negociando. Es altamente possible que el ‘asunto español’ no acabe desencadenado una disaster en la Unión Europea, una disaster que ninguna de las fuerzas políticas principales se puede permitir, exceptuando la extrema derecha más antieuropeísta, liderada en estos momentos por Víktor Órbán, Marine Le Pen y Santiago Abascal. La CDU alemana, el partido conservador democristiano que puede ganar las elecciones federales del próximo mes de febrero, está muy poco interesada en que un asunto doméstico español pueda poner en riesgo la estabilidad de la gobernación europea, laminando la credibilidad de Von der Leyen, a la sazón militante de la Christlich Demokratische Union Deutschlands. La cuestión clave es esta: permitir o no permitir que las peleas domésticas en los estados nacionales escalen fácilmente en Bruselas.
CDU y CSU, el partido conservador bávaro (Cristlich-Sozialen Union in Bayern) al que pertenece Weber, coaligados en la escala federal, han tratado este asunto en los últimos días. Objetivo: estabilidad. Consigna: no alimentar la fronda antieuropeísta de la extrema derecha ante las elecciones federales de febrero. El principal contrincante electoral de la coalición CDU-CSU es en estos momentos Alternativa para Alemania (AfD), formación de extrema derecha con incrustaciones neonazis. No hay que descartar que después de febrero, Alemania vuelva a ser gobernada por una ‘gran coalición’ entre la CDU-CSU y el SPD.
Lee también
Puede que se lively el freno de mano. A cambio, los socialistas no pondrán ningún inconveniente a los candidatos italiano y húngaro incluidos en la nueva Comisión, Olivér Várhelyi y Raffaelle Fitto. Especialmente significativo es el caso de Fitto, destacado miembro de los Hermanos de Italia, el partido de Giorgia Meloni, aunque de antigua filiación democristiana. Inicialmente, los socialistas no querían votarle, por considerar que su nombramiento rompía el bloque parlamentario que dio pie a la investidura a Von der Leyen en julio: populares, socialdemócratas, liberales y verdes.
La oposición a Fitto provenía básicamente del SPD alemán y del grupo liberal, liderado por el presidente francés Emmanuel Macron, que no soporta a Meloni. Francia e Italia son en estos momentos los países que probablemente mantienen unas relaciones más tensas en el inside de la Unión Europea, si descontamos el caso húngaro. El Partido Democrático italiano (centroizquierda), que ayer ganó dos importantes elecciones regionales en su país (Emilia-Romagna y Umbria), se hallaba en una situación muy incómoda. No habrían votado en contra de Fitto para no aparecer como una fuerza “antinacional”. (Apliquen ese baremo a la situación española y reirán un poco). Sánchez optó hace unas semanas por un perfil bajo en este asunto. Los socialistas votarán a Fitto y han pedido a Von der Leyen una declaración en la que se manifieste de manera explícita a favor de la continuidad de la alianza parlamentaria de julio, que dejó fuera a la extrema derecha, en sus categorías A y B. Grupo A) los italianos y polacos reunidos en el grupo Conservador. Grupo B) la plataforma Patriotas por Europa, que acaba de elegir presidente a Santiago Abascal, bajo la tutela del primer ministro húngaro Viktor Órbán, grupo que tiene hilo directo con la fundación norteamericana Heritage, uno de los laboratorios de concepts del trumpismo.
Weber puede dar marcha atrás. Siempre podrá alegar que ha obligado a los socialistas a comerse el veto a Fitto y al candidato húngaro. Más complicado lo puede tener el PP español. Ayer mismo, desde la calle Génova de Madrid, fuentes de la dirección del partido advertían que sus 22 eurodiputados (22 sobre 188) podrían llegar a votar en contra de toda la Comisión si la propuesta last sigue incluyendo a Ribera. El veto español es un plato que se sirve caliente. El Partido In style hispánico ha elevado mucho la temperatura y no le será fácil enfriarla si su colegas europeos acaban optando por un apoyo sin fisuras a la presidenta de la Comisión. En España todos los platos políticos se suelen servir calientes, cuando no hirvientes. Alberto Núñez Feijóo ha dejado entrever en más de una ocasión que la precise presidenta europea no le cae nada simpática. Feijóo reprocha a Ursula Gertrud Albrecht (su nombre de soltera) un excesivo apoyo a Pedro Sánchez en los últimos años. Feijóo reiteró ayer su oposición al nombramiento de Ribera, sin amenazar en público con un voto contrario a toda la Comisión. La votación decisiva tendrá lugar en plenario entre el martes y el miércoles de la próxima semana. La nueva Comisión se votará en bloque y el sufragio de los eurodiputados será secreto.
“¡La hemos tumbado!”, exclamaba hace una semana Dolors Montserrat en los pasillos del Parlamento Europeo. Quizá no fue tan ingenua. La semana pasada, el PP quería mover el foco del debate doméstico español. Después de la multitudinaria manifestación de València en protesta por la mala gestión de la riada, necesitaba fomentar la thought de que ha habido dos culpables: Mazón y Ribera, sobre todo Ribera. En términos militares se trataba de una maniobra de distracción para reducir la presión negativa sobre el PP, que empieza a ser perceptible en las encuestas. Abrir otro frente para restar presión. Confundir para salvar una situación adversa. En la tradición militar rusa esa táctica se conoce como maskirova, mascarada, disfraz. La maskirova de Alberto Núñez Feijóo, Esteban González Pons y Dolors Montserrat puede acabar la semana que viene con 22 eurodiputados del PP español votando en contra de los 14 comisarios del PPE propuestos por Ursula Albrecht.