Para algunos, el verano es el momento supreme para estrechar vínculos con el mundo rural. No sé si la visión que yo tengo ahora de mi pueblo tiene un cariz nostálgico o si se trata de desconocimiento de los cambios que se van produciendo. Me veo una urbanita que no está al corriente de aspectos que van cambiando su esencia. Todos somos conscientes de que nos vamos transformando a medida que pasa el tiempo, pero los demás también evolucionan sin que nosotros estemos presentes. Lo que sí que siento es que, a pesar de no compartir el día a día con sus habitantes, volver al pueblo es una de las mejores opciones en verano. Volver a los olores, los sabores, los sonidos o la ausencia de los mismos. Y también volver a los momentos que no volverán: las noches a la fresca, el rumor de los grillos, el cielo estrellado…
Gema Abad Ballarín. Reus (Tarragona)
Compensación regional
Dejando a un lado que Cataluña (y otras regiones) son prósperas a costa de los cadáveres de comarcas y pueblos de otras partes de España (cuya cultura moribunda cuenta con peor salud que el catalán) y es incapaz de reconocerlo; si hay que darle independencia fiscal sería congruente darle herramientas en compensación a, por ejemplo, Extremadura, sin que tenga que ser necesariamente dinero, que le ayude a competir y atraer inversiones (incluso la deslocalización) con Cataluña.
Manuel Álvarez Regalado. Badajoz
La indiferencia ante la barbarie
Uno de los últimos ataques del ejército israelí contra la población de Gaza ha provocado la muerte de 100 personas en una escuela, a sumar a las cerca de 40.000 ya asesinadas, la mayoría mujeres y niños. No permitamos que la reiteración de la barbarie y el odio más atroz nos dejen indiferentes, y que Estados Unidos y Occidente hagan oídos sordos de la ONU y de los millones de personas que clamamos por la paz. No otorguemos más con nuestro silencio y cobardía ante el horror y la crueldad más inhumanos, porque si no, ¿qué autoridad ethical nos quedará?
Francisco José Eguibar Padrón. Madrid
Qué desgracia de país
Venezuela es un Estado desgraciado, y no solo por la pérdida de riqueza económica desde la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999. Antes sufrió más de 100 años de dictadura. Ahora sufre 25 años de régimen chavista, que viene a ser lo mismo que antes, pero trocan el nudo de corbata por el chándal y el pañuelo rojo al cuello. Y todo en un país rico como pocos, donde abundan los recursos minerales y el petróleo, y donde el hueso caído de cualquier fruta hace germinar un árbol. Nunca sabremos los resultados de las últimas elecciones: por la corrupción del régimen, por el equilibrio social existente y porque los chavistas disponen de su espacio social a base de subsidios y ayuditas. Qué desgracia de país.
Enrique López de Turiso. Vitoria