La arquitectura modernista irrumpió en España a finales del siglo XIX, trayendo consigo un aire de novedad y rebeldía frente a los estilos tradicionales. Inspirado en corrientes europeas como el Artwork Nouveau, el Jugendstil o el Sezessionstil, el modernismo se caracterizó por la incorporación de elementos naturales, la asimetría y el uso creativo de materiales como el hierro y el vidrio. Su esencia ha logrado que muchas ciudades españolas sean verdaderos museos al aire libre, donde cada edificio cuenta una historia de innovación y pasión por el detalle.
A lo largo del territorio nacional, este movimiento se adaptó a las peculiaridades de cada región, fusionando la tradición native con la inspiración vanguardista. Con estos doce ejemplos viajamos por ciudades que conservan en sus calles la huella modernista, invitándonos a pasear entre fachadas ornamentadas, patios repletos de historia y rincones que rompen con lo que les rodea. Y aunque podríamos añadir más destinos, sin duda Barcelona, Zaragoza, Comillas, Melilla, Lleida, Valencia, Cartagena, León, Reus, Madrid, Gijón y Bilbao son excelentes representantes del modernismo español.